Los frescos de la SCJN tienen plasmado el lenguaje expresivo de diversos artistas que dejaron simbolizado el tema principal que es la Justicia, como principio moral que subyace al programa mural. Las pinturas en general muestran imágenes tomadas del repertorio iconográfico del ámbito judicial, pero su representación convencional fue trastocada con la finalidad de presentar una postura crítica, tanto frente a la realidad política, como la artística.
A través del proceso creativo de cada artista, se establece un diálogo entre las pinturas y el espacio arquitectónico. Los primeros murales realizados en la SCJN corresponden a los de José Clemente Orozco (1941), mantienen principios de la primera etapa del muralismo mexicano: una vocación instructiva y social del arte público, íntima correlación entre pintura y arquitectura, así como el uso de la alegoría como figura retórica. Orozco se distanció del realismo y la militancia política, dos características del muralismo de los años treinta. En cambio, en estos años, centró su atención creativa en su expresión artística y su invención alegórica, se basa en los conceptos de lo clásico y lo bello, el humanismo y la universalidad. Sus pinturas juegan un papel humanista que se codifican en sus alegorías, donde juegan un papel determinante el mito y la historia como relatos definitorios del presente.